En alguna de mis vacaciones,
empecé a leerme un libro llamado “Alucinaciones” de Oliver Sacks; su primer capítulo
hablaba de las multitudes silenciosas: el síndrome de charles Bonnet. Una vez
lo leí, me pareció algo casi imposible, ya se darán cuenta por qué.
Antes de empezarles a hablar
sobre este síndrome, creo que es importante aclarar el concepto de “alucinación”.
De acuerdo a un libro llamado Principios
de psicología 1890: “una alucinación es una forma estrictamente de
consciencia sensitiva, tan buena y cierta como si fuera un objeto real que
tuviéramos delante”. Palabras más palabras menos, una alucinación es una
percepción sin que haya un objeto externo, a diferencia de la “ilusión” en la
que existe un objeto pero este es interpretado de manera falsa.
A su vez, muchas culturas
consideran que las alucinaciones, al igual que los sueños, son estados de
consciencia especial y privilegiado, que se persigue a través de las prácticas
espirituales, meditación y soledad.
Y así como dato curioso, por
si no sabían: cuando una persona imagina algo, los ojos tienden a quedar
inmóviles, mientras que una alucinación, los ojos se mueven mucho!
Bueno, ahora sí, empecemos a
hablar del tema… El síndrome de Charles Bonnet son alucinaciones que aparecen
en personas ciegas, con la vista dañada, o cuando son privadas de algún otro
sentido, ejemplo, personas con sordera. Se trata de una reacción del cerebro a la
pérdida de ese sentido. Y OJO porque la persona NO se encuentra ni psicótica ni
delirante.
Charles Bonnet fue un filósofo
y naturalista. Su abuelo inició con este tipo de alucinaciones y por eso empezó
a estudiarlo. Se enfocó mucho más en la parte de las pérdidas visuales así que
hablaremos un poco más de eso. Lo que plantea es que “el cerebro se niega a
aceptar que hay pérdidas visuales y los rellena con alguna cosa”. Estas
alucinaciones pueden ser de muchos tipos con colores intensos, son repetitivas
y hay tendencia a la multiplicación, como si fueran multitudes. Y además de
esto, las personas conservan la introspección y saben que esas alucinaciones no
son reales.
Para terminar, aquí les dejo
una anécdota que Sacks narra en su libro: Rosalie, una paciente de 90 años que vivía
en un hogar geriátrico. Un día lo llamaron de urgencia porque ella había
empezado a ver cosas que parecían reales. Era una persona totalmente ciega desde
hacía muchos años. Él le pregunta acerca del tipo de cosas que ve y ella
responde “¡Gente que lleva vestidos orientales! Con telas drapeadas; suben y
bajas las escaleras… un hombre que se vuelve hacia mí y sonríe, pero en un lado
de la boca tiene los dientes enormes. También veo animales: un caballo de labor
que quita la nieve de un edificio. Ahora veo muchos niños que suben y bajan las
escaleras, llevan colores vivos…como un vestido oriental”.
Entonces, para que se vayan
dando cuenta que las alucinaciones no son sólo de los llamados “locos,
lunáticos o psicóticos”. Que el cerebro en una forma de adaptarse puede
hacernos creer locos! Pero ojo… a partir de un vacío hay que buscar cómo
llenarlo, y eso es lo que hoy quería compartirles. Espero les haya gustado.
Hasta una próxima entrada.
Basado en el capítulo “Multitudes
silenciosas: el síndrome de Charles Bonnet” por Oliver Sacks del libro “Alucinaciones”
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